immagine dal web

Rafael Lema Mouzo

La corrida de toros es la fiesta más conocida de España en el mundo y todo un símbolo nacional. Pero lejos de ser un espectáculo popular estamos ante la pervivencia de un ritual derivado de un culto milenario perdido en el resto de Europa, vinculado a la época de la cultura matriarcal, a antiguas religiones prehistóricas que tenían a la Diosa madre, a una “Dea” o divinidad femenina, como centro. Este culto a la Dea y la simbología taurina de la misma están documentados tanto en la península Ibérica como en el entorno mediterráneo desde antiguo. A las referencias históricas llegadas por los cronistas o los materiales arqueológicos (esculturas, cerámica) se unen datos de los siglos oscuros, de la Prehistoria. En la serie de actos con motivo de la presentación en diversas ciudades de Italia de “La vía pagana a Compostela”, obra que la investigadora italiana Devana y yo publicamos el año pasado en italiano en Anguana Edizioni de Vicenza ambos compartimos esta visión de la fiesta de los toros. Así Devana explica que la Tauromaquia, la corrida de toros, es algo más que el asesinato ritual de un toro y su tradición no se limita a España, en donde hay corridas y lanceos de toros desde el siglo XII. Desde la Edad del Bronce aparecen referencias en el mundo mediterráneo a la tauromaquia. Tras estudiar numerosas muestras simbólicas primitivas la investigadora apunta a la corrida como un tesoro etnográfico europeo, ya que “el sentido está claro, en mi opinión si se piensa que el bucráneo, es decir, el hocico del toro, era en la antigua Europa y en las sociedades matrifocales el símbolo de los órganos reproductores femeninos: el morro es el útero, los cuernos son los ovarios”. En la “La via pagana a Compostela”, continuación de mi otro libro “El camino secreto de Santiago (Edaf, 2007)” quise demostrar que antes del Camino jacobeo existían rutas que unían el este y el oeste, vías de peregrinaciones milenarias prehistóricas que terminaban en la cara atlántica de la península Ibérica y en donde se rendía tributo a la madre tierra, una Dea con referencias marinas y astrales. Este viejo culto neolítico fue reconvertido por las religiones históricas pero muchos ritos y símbolos permanecieron en las tradiciones del Camino de Santiago, en muchos de sus sitos (santuarios, cuevas, cruces, enclaves legendarios) y llegaron incluso a nuestros días. Las islas atlánticas y los promontorios del Finisterre galaico eran santuarios antiguos. Málaga, Cádiz, Lugo o Braga fueron levantadas sobre santuarios. la península Ibérica era una “vesperia” o país del crepúsculo para las civilizaciones mediterráneas, una tierra de confín frontero a las islas del paraíso, y por ello siempre fue un lugar mágico, mitológico. La Península tiene forma de piel de toro extendida y santuarios prehistóricos hispanos vinculados con el mundo indoario conservan también esta forma de piel de toro extendida, a veces en petroglifos con herraduras y pisadas de la Edad de Hierro donde se seguía el culto del matrimonio sagrado del rey y la Diosa de la soberanía. En Babilonia la Sacerdotisa de la Dea Belit celebraba al inicio del nuevo año este rito, la hierogamia, bajo el signo de Tauro. Para los navegantes fenicios España era la I-span-ya, la tierra donde se forjan metales. Pero el término en lengua púnica, y también en hebreo y arameo, puede interpretarse como tierra del norte, vista desde las primeras colonias púnicas del norte de África. En ambos casos siempre con una visión maravillosa de un territorio mítico, legendario y lleno de tesoros. Era el abenland germánico, la tierra del crepúsculo; del finstern, la estrella oscura. En donde la Vía Láctea, el camino estelar de los sajones, se hunde en el mar del Finisterre. La linea láctea del cielo creada con la leche de Hera, esposa del toro Zeus. En la mitología clásica Tauro puede tener naturaleza femenina o masculina y la constelación puede apreciarse en petroglifos o dólmenes gallegos con clara orientación astral. “En todas las culturas antiguas, el toro es un animal sagrado, como la vaca, aunque pocos saben por qué. Se ha pensado y divulgado que el toro es símbolo de la fuerza masculina en el acto reproductivo pero no es así” explica Devana. “El hocico del toro es el vientre femenino y la constelación del toro puerta en domicilio el planeta Venus: las denominadas tumbas de gigantes en Cerdeña megalítica, tienen forma de bucráneo” sigue indicando la autora milanesa. Esto la lleva a pensar que la tauromaquia corresponde a la supresión del ritual de la sagrada feminidad, “concomitante (más o menos) con el advenimiento de la sociedad patriarcal hace aproximadamente 5.000 años. Tanto es así que en algunas sociedades en las que se honraba a la Diosa, como la minoica en Creta del 3.000-1.500 a. C., el toro venía honrado a través del ritual de la taurocatapsia, es decir, el salto acrobático sobre los cuernos del toro, que no contemplaba su matanza”. Taurus con su forma de cabeza de toro destaca en el cielo invernal, entre Aries al oeste y Géminis al este. En la antigüedad contenía la constelación del mismo nombre, pero la precesión de los equinoccios ha hecho que el signo de Tauro se encuentre ocupado por la constelación de Aries. Actualmente el sol brilla sobre Tauro entre el 14 de mayo y el 21 de junio. En la mitología griega, Tauro es la forma de toro que el dios Zeus adoptó para seducir a Europa, una mítica princesa fenicia. Tuvieron tres hijos: Minos, el legendario rey de Creta, Sarpedón y Radamantis. Otra versión nos dice que fue la bestia que envió la Diosa Hera para acabar con Orión. O Tauro es Ío convertida para Zeus para evitar que Hera se enterase de sus amores. En Tauro se halla el cúmulo abierto de estrellas conocido como las Pléyades o la nebulosa del Cangrejo. En las primeras formas de religiosidad hispana figura la Diosa Madre. Dentro del culto a esta Dea femenina encontramos el sacrifico del toro en distintas forma rituales. La Dea ancestral en forma de virgen negra sigue viva en el Camino jacobeo desde su paso inicial, en Santa María la Real de Sangüesa, el monasterio de Leyre, la virgen de Estella, Santa María de Eunate. En Estella la aparición de unas luces maravillosas señalaron la ubicación de la talla de la virgen que es su patrona. En Sangüesa en un marco destacado, destellan las tres caras de la Dea, las tres marías. La Virgen, la Magdalena y la madre de Santiago. Viana, erigida sobre un antiguo templo a Diana. En tierras castellanas la Dea ancestral se reconvierte en grandes edificios dedicados a la virgen madre, catedrales gloriosas como Santa María de Burgos, la caput castellae. Las vírgenes negras de Nájera, Santa María la Blanca de Villalcázar de Sirga, Santa María la Redonda de Logroño, la Virgen de la Oca. El tramo aragonés del Camino sigue guardando memorias de los grandes mitos, aquellos que en Galicia continúan presentes en la tradición. Es la ruta de Hércules y el Grial. Hércules, el lidiador que mata a la bestia Gerión (enterrado debajo de la torre de Hércules coruñesa) o doma al toro de Creta. Y es la ruta del grial, un cáliz que es igualmente un símbolo de Venus, Isthar, la Dea prehistórica. Las marcas de la Dea fueron recogidas en el románico del Finisterre y del Camino de Santiago por los gremios más esotéricos de canteros, en la edad dorada de la construcción de catedrales. Uno de estos símbolos de la Dea es la cabeza del toro, simplificada en una v que se puede encadenar o derivar en múltiples combinaciones (invertir, cerrar en triángulo, doblar como un torques o estirar en serpentiforme) y durante milenios estará presente en figuras y santuarios vinculados a la madre tierra. Muchos son los símbolos de la Dea y que tenemos en nuestros monumentos prehistóricos y también en el arte de iniciados medievales (de la v a la x en rojo). El triángulo púbico es también el doble triángulo, el rombo. En el equinoccio de otoño se forma el sacro triángulo en el dolmen de Crucuno (Carnac), es el doble triángulo de la señora de la muerte. La triple Dea es el triskel, el trifoglio. El laberinto son las vísceras de la Dea. También hacen referencia a esta: lineas paralelas, círculos, retículas, ondiformes, espiral, doble espiral (luna y sol), peine (nube con lluvia), luna, lineas trazadas de arriba abajo, esvásticas (el continuo devenir, las estaciones), el chevron o doble uve (corriente acuática). Las leyendas jacobeas del Códice Calixtino recogen no pocas reinterpretaciones de viejos relatos paganos a la Dea (algunos cantados en gallego por el rey Alfonso X), y sus marcas en las iluminaciones. Las leyendas recogidas en torno a la Virxe da Barca de muxía son igualmente similares a las usadas con antiguas divinidades arias y celtas, como la morrigan y las banshees. Las cabezas de toros se guardaban en santuarios prehistóricos ibéricos y se pueden reconocer sus símbolos en inscripciones antiguas lusitanas y galaicas, en cistas, petroglifos y dólmenes. Aunque hoy la tauromaquia no es una fiesta popular en el Noroeste ibérico, si tenemos referencias históricas a la celebración de touradas en Galicia y la vaca sigue siendo un animal totémico en el rural gallego. Un aspecto que toma ahora más valor es el de la decoración de los yugos de vacas gallegos que llegaron a nuestros días y aun están en uso. Recogen los mismos motivos atribuidos a la Dea ancestral desde hace milenios, bien de forma simbólica, en estatuillas con atributos femeninos (venus prehistóricas) o en claras y reconocibles Diosas. A las rosáceas, cruces, salomones, astros, serpentiformes y sogueados se unen diferentes formas de zigzagues, reciculados, los cuadrados con diagonales y triángulos inscritos o series de triángulos biselados. Este segundo grupo resalta de forma vistosa el yugo y son las más viejas representaciones de la Dea primitiva. La civilización de la Vieja Europa nació en el este de Europa, entre Ucraina y los Balcanes, antes de las invasiones indoeuropeas. Era los hijos de la Dea, de la antigua divinidad femenina que veneraba a mujeres sabias (sofías), y se extendió hasta el oeste y al sur de Europa. Los restos de esta civilización quedaron en algunos extremos o finisterres, en mitos y arte de algunas islas del Mediterráneo o el oeste ibérico. Viejas venus prehistóricas con muchas de las inscripciones antes apuntadas, nombres de grandes ríos y otros topónimos protoindoarios nos hablan de esta perdida cultura. El dolmen de Dombate, monumento de época neolítica situado a Cabana de Bergantiños es una tumba colectiva de corredor, considerada como la “catedral del megalitismo” en Galicia. en el corredor del túmulo se encontraron 20 pequeños ídolos, y los ortóstatos de la cámara y las losas del corredor cuentan con pinturas. Éstas se distribuyen en dos registros horizontales separados por una franja rojiza de puntos rojos y negros, siendo el conjunto una composición en la que prima la geometricidad (zigzagues, franjas verticales y oblicuas, ondulados, retículas, etc.). su creación se produjo entre el 3800 a. C. y el 3600 a.C. sobre el 2700 a.C., se cerró el corredor, comenzando allí el uso ritual. Entre los motivos de Dombate se halla un inscripción palietal que sigue siendo una incógnita y llaman “the thing”, la cosa. Pues bien, su forma es reflejo de la constelación de Tauri, de donde proviene el símbolo astral tauro, bien conocido en las civilizaciones mesopotámicas. Este signo provendría de los criadores de ganado mayor de Asia Menor, ligado en Babilonia al culto solar introducido por los sumerios procedentes del Este. Se encontraron en este espacio sellos con la representación de Tauro y Escorpio de 3000 años a.C. El Sol salía en la constelación del mismo nombre el 21 de marzo y se ponía en otoño en Escorpio. En Dombate además tenemos como antes apuntamos símbolos de triángulos, zigzagues muy semejantes a otras inscripciones prehistóricas en grandes santuarios neolíticos y vinculados a la Dea en su vertiente como símbolo de la Diosa de la fecundidad, del monte de venus femenino como cabeza del toro. En una pieza hallada en el magnífico santuario de Ness of Brodgar en Escocia (Islas Orcadas) de hace 5.000 años encontramos estos motivos geométricos en formas que se irán repitiendo hasta el románico, pero no en cualquier sitio. Motivos serpentiformes y reticulares muy semejantes a los hallados en pilares con forma humana del primer templo conocido en el mundo, en Gobekli Tepe (Turquía) del IX milenio a.C. En este mismo espacio ritual, centro de la primera religión organizada del mundo se encontró la primera escultura humana de tamaño natural del año 8.000 a.C., que porta en su pecho una doble v (chevron), símbolo de la Dea ancestral acuática. Sin salir del Finisterre, fin del Camino de Santiago, esta lineas de zigzagues aparecen en losas decoradas de la cista funeraria de A Insua en Cabana, grabados interiores relacionados con el mundo de los muertos, de dimensión religiosa, no para ser vistos por humanos sino por la divinidad. En Moraime, en la puerta sur hay hasta cuatro variantes de esta marca de venus dentro de la iconografía de una última cena. Esta puerta es un calendario astral, en donde el símbolo de tauro aparece en una de estas columnas serpentiformes con capiteles historiados. En uno vemos la expulsión de Adán y Eva del paraíso, y en otro un hombre con el torso desnudo entre dos cuadrúpedos (toros o leones) con aves en el lomo. El ave, unida a la Dea también. El románico conserva antiquísimas forma simbólicas y también usa como modelo la antigüedad clásica. Así la magia del número áureo guardada en la armonía de las proporciones del Panteón de Atenas llegará a obras del “filósofo” Leonardo o a un grabado de Theodore Gericault muy acorde con este tema, “Hércules domando al toro de Creta”. Esta proporción armónica entre altura y anchura aparecerá en los pórticos historiados románicos del Finisterre orientados al sur (Cereixo, que reproduce también la corona borealis) y es un andamiaje de cuadrados y triángulos inscritos, que de nuevo reflejan los símbolos de la Dea. La primera iglesia cristiana conocida del Finisterre fue la de Santa Eulalia de Donobriga (Dumbria), culto traído por los mozárabes guidos del sur ocupado por el Islam. El nombre en lengua céltica significa santuario en alto (dunum). En los grabados del petroglifo de Pedra Ancha de Dumbría al lado de varios tipos de armas aparecen cruces y de nuevo extrañas figuras triangulares o escutiformes. Una escena parece una procesión de personas (cruces) y gente armada (alabardas) adorando la forma en delta estilizada, una forma de cabeza de toro que podemos vislumbrar en hachas de piedra halladas en túmulos megalíticos gallegos, como una hacha del dolmen de Costa dos Cabalos en Brañas Verdes (Camariñas). O dentro del conjunto de puntas de flecha de bronce castreñas halladas en Ponte do Porto, una de ellas con un agujero, usada como colgante y provenientes de un tesorillo votivo a una divinidad de las aguas fluviales. figura humana con rasgos femeninos, donde se aprecia el triángulo de la Dea como una vagina y un torques en v similar al de la escultura de Gobekli Tepe. En las estatuillas cícladas como en los petroglifos galaicos hallamos la mayor parte de la rica simbología asociada a la Dea a la que hemos hecho referencia.

 

CC Rafael Lema Mouzo por devanavision 2015